Podemos viajar al pasado, atravesando portales hacia otros espacios-tiempos en un abrir y cerrar de ojos. Algunos siguen escépticos al respecto y rápido piensan en dispositivos que alteran las leyes tradicionales de la física, después de todo, hay tantas historias de ciencia ficción revoloteando en nuestro imaginario, acerca de la construcción de máquinas pesadas que alteran la energía alrededor y que tienen un alto margen de error.
Recuerdo que mi primera referencia en la TV fue aquella serie antiquísima que se llamaba el Túnel del tiempo, de la época de mis papás y que transmitían en canales de cable como TVLAND.
Pero volviendo al tema, hay por el contrario, otros quienes si quieren creer en la posibilidad de viajar en el tiempo, mostrándose un poco más avant-garde y que se apegan a la física cuántica para querer presentar teorías sobre cómo alterar las líneas de vida o acceder al multiverso. ¿Aló Vadim Zeland y el Transurfing? Ey! No deja de ser interesante, no me malinterpreten… Leí un par de los libros de Zeland y creo que tiene propuestas atractivas. Por ejemplo, la serie producida por Apple TV, Dark Matter, va en esa línea y me atrapó desde el primer episodio.
El asunto es que yo he accedido a viajes al pasado sin ninguna maquinaria pesada o filosofías que nos exijan cierta alineación mental específica.
¿Cómo? Con la música. Es la máquina de tiempo perfecta. El sentido del olfato tiene también su potencial de transportarnos a un momento específico, pero nada como el poder de la música.
A finales de mayo, por lo general, empiezo a quedarme con un poco más de tiempo libre de mi típica agenda del resto del año, en gran parte, porque dejo de dar clases en las universidades para retomarlas a finales de julio. Es mi período para explorar con más tiempo otras cuestiones fuera del trabajo y mi religiosa lectura.
Para mi, estos días que afortunadamente son ya lluviosos, han estado plagados de exploraciones musicales, intentando NO viajar al pasado a propósito, sino más bien, proyectarme al futuro en todo caso, buscando nueva música y distintos géneros.
Hay sin embargo, un personaje – y por ende, un grupo musical – que si ha estado presente en mis aventuras musicales de estas semanas, y a quien le dedicaré un par de posts más adelante. La excepción al incluirlo en mis playlists de estos días ha sido por varias razones que han convergido sin planificarlo en realidad. La principal, sumergirme en ese pedazo de álbum tan perfecto para mi mood actual: “But Here We Are” (2023), nada menos que de mis Foo Fighters y por supuesto, mi Davecito.
Aguas con el agua,
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