Foto de Steven Thompson en Unsplash
Esa hora de la mañana en que los rayos son horizontales e invasivos… Son dedos largos que hurgan entre las sábanas.
Esa mañana provocan brillo en la alfombra. Pequeños cristales de todos tamaños son todo lo que queda del vaso con agua que decidió suicidarse hace unos segundos. Es la energía.
Esa calurosa mañana, el ambiente está lleno de energía: los dedos del sol, los cuerpos aún cálidos en las sábanas, pero sobre todo, eso que flota invisible pero perceptible como un buen aroma. Eso, que no se quiere etiquetar porque puede romperse. Eso, que no se quería aludir porque estaba de más hacerlo.
Pero eso provoca luces de colores, estallido de sonidos… y también, paz.
Tanta, que el vaso quiso fundirse también con el agua saltando por los aires, dando piruetas hasta convertirse en colores brillantes allí, en la alfombra.
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