Fue en Puerta del Mar en que nuestros caminos se cruzaron. Los ojos reconocen sensibilidades similares, aunque en este caso, yo tenía una obvia ventaja: verlo rodeado de cuatro almitas fue ineludible para mi curiosidad.
Uno de esos cuatro acompañantes me recordó a mi Lupita por tamaño, el color y el patrón de sus manchas. Me pregunté si él, al igual que yo, lo había encontrado en alguna calle moribundo o si habría tenido la dicha de verlo bebé… Siempre he imaginado a la Lupita como una bebé hermosa y rosada….
Pero bueno, así como él llamó mi atención, yo llamé la de una de sus amiguitas y no dudó en hacérmelo saber. ‘Siga su camino señora, siga abriendo la boca, aquí a su derecha está el Atlántico, tómese una foto ud solita que este caballero tiene su corazón ya bastante llenito’, me dijo elevando más la mini-colita al mismo tiempo que su hociquito, en un claro gesto de hembra que marca su territorio.
La señorita tenía razón. Además, un mini espacio de un corazón ya ocupado sigue sin interesarme. Es como tratar de trabajar en el escritorio de alguien más o usar un vehículo prestado en donde ni ajustar el retrovisor se puede. Son espacios de alguien más.
Les cedí el paso y me fui a abrir la boca imaginando a Cristóbal Colón caminar por esas calles unos 500 años antes anticipando la conquista de nuevos horizontes.. tal y como yo pensaba en que del otro lado de ese punto estaba mi hogar y más de algún corazón sano y disponible debía aún existir, uno por conquistar.
Agosto 2023
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